viernes, 6 de enero de 2012

Crítica al sistema colonial como medio de opresión: la importancia de leer a Frantz Fanon. Marcos Govea


Crítica al sistema colonial como medio de opresión: la importancia de leer a Frantz Fanon.
Marcos Govea

Entre los escritos que abarcan el problema colonial, Frantz Fanon posee un lugar de honor, al tratar de comprender dicho problema desde sus raíces, y a su vez ofrecer una solución al gran problema que representa el colonialismo como hecho aborrecible por las culturas que la padecieron.
La obra de Fanon es a la vez compleja y controvertida. Ha sido, por ejemplo, acusado de tener una visión simplista y casi maniquea de tanto los problemas como las soluciones. Por otra parte, se ha dicho que sus ideas anteceden pensadores tales como Michel Foucault; formando una de las bases del posmodernismo y poscolonialismo. Ciertamente ha servido de inspiración a muchos pensadores y movimientos profundamente críticos o revolucionarios, influyendo indirectamente incluso en corrientes tales como el feminismo y la teología de la Liberación.
Trataremos de observar a través de sus obras la opinión de Fanon sobre el sistema colonial, y como éste es todo un sistema de opresión y sumisión, de los desposeídos o como lo diría él Los condenados de la tierra, siendo el titulo de su libro y además la expresión perfecta para esa diáspora depredada por el hombre occidental.
Debemos recordar, que Fanon acierta al afirmar que “[…] el colonialismo se ha infiltrado en él con todos sus modos de pensamiento”.1 Como en todas las sociedades que sufrieron y detuvieron su historia por éste hecho.
Del mismo modo explica que “El contexto colonial, […] se caracteriza por la dicotomía que inflige al mundo”2. Esta dicotomía son los dos polos antagónicos que determinan lo que Fanon llama la “situación colonial”, es decir, el colonizador y el colonizado, o lo que es lo mismo, el opresor y el oprimido, el amo y el esclavo, el que viene “de afuera” y el habitante originario-indígena, el europeo blanco y el no-europeo de color.
En su primer libro, publicado en 1952 titulado Piel negra, máscaras blancas, Fanon realiza, con base en sus propias vivencias y experiencias, un diagnóstico socio-psicológico de la alienación de la población de Martinica, producto del colonialismo francés. Cabe señalar que Renate Zahar3 en el prefacio de su estudio sobre el pensamiento político de Frantz Fanon, advierte que los aspectos peculiares de las formas de alienación engendradas por el colonialismo e investigadas por Fanon, son fenómenos principalmente limitados a las colonias francesas ya que las manifestaciones particulares de la enajenación cultural y psicológica dependen del tipo de política colonial implementada, en este caso, de la política de asimilación en el sistema colonial francés, en contraste con la política de dominación indirecta y segregación racial como fue característico del sistema colonial inglés. Sin embargo, está claro que el problema principal no radica, ni podrá radicar jamás en tratar de buscar cuál de los dos colonialismos, el francés o el inglés, ha sido un poco “menos brutal” o “menos racista”, ya que, y como dijera el mismo Fanon, una sociedad o bien es racista, o bien no lo es y toda sociedad colonial es necesariamente racista.
Veremos en Piel Negra, Máscaras Blancas, trata, a través de reminiscencias como se dijo sobre su vida y utilizando métodos críticos derivados del psicoanálisis, de entender por qué los negros adoptan los valores de los subyugadores blancos y los resultados que eso produce, especialmente entre los subyugados. Refleja sus frustraciones personales con la discriminación colonial y con el racismo. En su temprana juventud, Fanon llegó a la conclusión que él mismo debería saber y entender su esencia, como él es y como lo ve el mundo.
Cuando Fanon habla del colonizado y de este mundo dividido, presta atención que “El negro tiene dos dimensiones. Una con su congénere, otra con el blanco. Un mismo negro se comporta de modo diferente con un blanco y con otro negro. Que esta disparidad sea una aventura colonialista nadie lo pone en duda…”.4 Claro está que Fanon abarca mucho más de esa realidad colonial en sus análisis.
El psicólogo etíope Hussein Abdilahi Bulhan, en un libro, Frantz Fanon and the Psychology of Oppression5 le hace justicia a Fanon y hace una reseña abarcadora de sus contribuciones psicológicas, entrelazando su desarrollo personal y su evolución intelectual; su lucha contra la complicidad de la psicología eurocéntrica en los proyectos de opresión colonial, y además elabora esquemas para adelantar el estudio de la psicología de la opresión basados en el pensamiento de Fanon. Como Fanon, entendió que no era suficiente tratar de entender la realidad colonia y neocolonial, sino que había que tratar de transformarla. Fanon mejor que nadie entendía que es imposible escapar el efecto de ese contexto sobre la conciencia.
En ésta obra Fanon sitúa conceptos tales como raza, clase, cuerpo, lenguaje y cultura en el centro de problemas que abarcan fenómenos tales como marginación y desigualdad social, desprecio de sí mismo, inseguridad, servilismo, patologización tanto de sí mismo como forzada. Como hemos dicho, el libro es complejo, pero la tesis central puede ser resumida en la idea que los subyugados tratan de superar su condición asumiendo el bagaje cultural de los subyugadores, especialmente el lenguaje, colocándose las mascaras blancas del título pero al hacer esto, absorben normas que son inherentemente discriminatorias o; en su caso, racistas; lo que a su vez lleva a sentimientos profundos de inseguridad e inferioridad. Aceptar el concepto del opresor, de lo que los oprimidos son es aceptar que se es salvaje, no completamente humano, inferior, etc.
Fanon a través de un poema de David Diop6 explica el drama personal de todas las personas “negras” y de “color” en el mundo colonial:
El Blanco ha matado a mi padre. Porque mi padre era arrogante. El Blanco ha violado a mi madre. Porque mi madre era hermosa. El Blanco ha encorvado a mi hermano bajo el sol de los caminos. Porque mi hermano era fuerte. Luego el Blanco se ha vuelto hacia mí. Con las manos rojas de sangre. Me ha escupido Negro su desprecio a la cara y con su vos de amo: Eh boy, una butaca, una toalla, agua.7


Como caribeño, como martiniqueño, “emblanquecido” por un colonialismo pálido e insolente, pero completamente “negro” en los ojos azules aristocráticos del colonizador, pero también en los ojos marrones odiosos de los colonizados, quería analizar a nivel psicológico e ideológico las raíces de este mal, del racismo, y desarrollar una verdadera “panacea” revolucionaria y emancipadora contra esta plaga social de la humanidad.
Ahora pasaremos a la obra cumbre Los condenados de la tierra no fue un libro más, ni siquiera un libro que se recuerda con cariño o con placer. Fue un libro conmovedor en sentido literal: tocó y sacudió nuestras fibras más íntimas.
Cuando Fanon describe la huella que el colonialismo produjo en el cuerpo del colonizado, en el cuerpo físico, político y discursivo, lo hace desde esta especie de evidencia retórico-política que enuncia y denuncia una sujeción, la colonial, cuyo lugar y temporalidad, por efectos de esta misma enunciación, han sido dislocados. En este sentido es claro que la política que inaugura la crítica fanoniana reinventa la historicidad en tanto que lo que parece depender del pasado, o del presente en términos de la hegemonía, es un lugar que empieza a ser abandonado por el primer acto fundible de la huella como separación. En tal contexto, la marca de las posibilidades coloniales sigue presente como recordatorio, como memoria del presente. Aquí se pronuncia contra la Europa colonial diciendo:
Debemos olvidar los sueños, abandonar nuestras viejas creencias y nuestras amistades de antes. No perdamos el tiempo en estériles letanías o en mimetismos nauseabundos. Dejemos a esa Europa que no deja de hablar del hombre al mismo tiempo que lo asesina dondequiera que lo encuentra, en todas las esquinas de sus propias calles, en todos los rincones del mundo.8
Fanon quería anotar y entender las absurdidades y posibilidades de una racionalización del mundo en el cual vivió. No sólo se quería comunicar con otros, sino también quería comunicar la posibilidad de su experiencia común, de hacer la revolución y de crear la emancipación.
Recordemos que Fanon, en su condición de médico-psiquiatra, tiene un enfoque analítico eminentemente psico-social y psicoterapéutico sin perder de vista la causa última que subyace a los fenómenos de alienación estudiados por él: la explotación del hombre por el hombre en todas sus formas. El colonizador tiene que declarar la inferioridad racial, cultural, tecnológica, civilizadora, de los pueblos colonizados por la doble razón de causar en sus víctimas la sensación de “merecer” el trato recibido por ser una “raza inferior” que tiene que ser “civilizada”, por un lado, y por otro lado para justificar los atropellos cometidos ante el mismo “mundo civilizado” que el reclama representar.
La descripción de la estructura colonial nos servía para identificar en ella algunos rasgos de nuestros países dependientes y subdesarrollados, aunque las diferencias fueran más que significativas. En el pensamiento de Fanon, el mundo colonial es un territorio partido en dos y un mundo de violencia. No hay intermediarios que aligeren la opresión y la violencia, el aparato de hegemonía es débil o inexistente. No hay conciliación ni complementariedad entre el mundo y el territorio del colono y aquél del colonizado. Dominio puro, violencia directa, dominación brutal. Sin embargo, en Fanón, hay un segundo momento en el desarrollo de esa sociedad maniquea. Porque Los condenados de la tierra comienza siendo un drama de dos personajes, colonizador y colonizado, amo y esclavo en lucha a muerte, para poblarse en los capítulos sucesivos con otros personajes (los campesinos, los intelectuales, la burguesía nacional, los árabes, los africanos negros). Es como si el texto quisiera reproducir la dinámica impredecible de un mundo que vuelve a poblarse, a partir de esa división radical en dos campos instaurada por el colonialismo. La contradicción principal no explicaba el mundo, sin duda, pero lo ordenaba.
En ese sentido, su trabajo sobre la sociedad colonial es algo más que la descripción y la crítica de la profunda injusticia del colonialismo, lo cual para muchos autores parece ser la clave de la escritura y la razón de la posición humanista de Fanon. La crítica fanoniana a la sociedad colonial es una teoría sobre la cultura y sobre los modos en que ella produce y despliega la subalternidad y está forjada a partir de una pregunta que incluye las tradiciones de pensamiento como puntos de fuga para la enunciación política. Estas convergen en los textos de Fanon de una manera clara y definida, sin embargo, su función excede y desplaza la idea de que sus textos pertenecen a un determinado discurso o régimen de verdad de alguna de esas tradiciones. Cada una de ellas, y estoy pensando en la fenomenología, el existencialismo, el materialismo histórico, entre otras, son puntos de fuga para articular el impulso político y cultural que Fanon pone en marcha al llevar adelante la crítica al colonialismo. Nuestro autor llegó a la conclusión y a la pregunta vital de que si era posible, que de manera revolucionaria los “colonizados”, o sea todos aquellos similares a él, con piel negra y máscaras blancas, serían capaces de vivir en relaciones emancipadas y en solidaridad y formar relaciones desalienadas e históricas. ¿Qué método liberador sugirió Fanon para una consideración urgente? Un método muy simple y práctico. Consideró las relaciones entre “colonizados” y “colonizadores”, entre amos y esclavos, como parte de un sistema global rígido. Para “descongelarlas” sugirió una metamorfosis revolucionaria de esas relaciones básicas. Esto implicó, a nivel individual, un constante proceso de reconocimiento activo y lleno de pensar, basado en adquirir una forma de pensar, de conciencia, de teoría más desarrollada, y el desarrollo permanente de sujetos, objetivos de emancipación. Insistió, que a nivel colectivo se debería lanzar un nuevo proceso de redescubrimiento, que no fuera influenciado por la educación colonial o por la historia imperialista, que se debería iniciar una revisión y reevaluación del propio pasado y de aquel de todas las clases oprimidas, dominadas y discriminadas que finalmente se descubriría un sistema monstruoso de conquista, robo, saqueo, que hay que destruir por todos los medios necesarios, incluyendo la violencia emancipadora, para pavimentar el camino hacia un “nuevo hombre”, que sería consciente de sí mismo y que asumiría una nueva identidad emancipada.

Por eso, por más iluminados que pensemos se sigue siendo los condenados de la tierra, y sólo si se entiende, acepte, se podrá luchar para superarlo. El pensamiento y el ejemplo de Fanon sirven para orientar esta lucha.
Lo que es relevante hoy es, que para Fanon esto simplemente significa que en la auto-defensa emancipadora, en la guerra de liberación de clases, el camino sangriento elegido por los colonos, matar al colonizador dentro de su propia alma colonizada, era matar para siempre en el planeta tierra a ambos, el colonizador y el colonizado a través del mismo acto revolucionario dialéctico. Según él, sólo esto puede ser el “perdón real” para África en relación a la Europa colonialista. La radicalidad de su pensamiento consiste en asumir el principio de historicidad que rodea tanto al colonizador como al colonizado.
Frantz Fanon fue hijo de su tiempo, hijo de sus circunstancias históricas al igual que nosotros hoy somos hijos de nuestro tiempo, de nuestras circunstancias históricas, naturales y sociales. En la época que le tocó vivir a Fanon, los signos del tiempo apuntaban hacia la solución de los grandes problemas de la humanidad. Fue la época de la descolonización, de los movimientos de liberación nacional, de los sueños por un mundo verdaderamente socialista, época de esperanza y combatividad. Hoy, los signos del tiempo apuntan a un callejón sin salida, a la barbarie, a la desaparición de la especie humana.
En conclusión, podemos determinar que el compromiso de Fanon por los pueblos colonizados, fue siempre de total entrega. Así mismo siguen siendo sus obras. Todo se puede comprobar días antes de morir, Frantz Fanon escribió en su carta de despedida a un amigo:
La muerte siempre está con nosotros…lo importante es si hemos logrado el máximo para las causas que hemos abrazado…No somos nada en esta tierra si no somos en primer lugar esclavos de una causa, la causa de los pueblos, la causa de la justicia y de la libertad.9


Leer y repensar a Fanon nos ayudaría a reconstruir nuestra memoria. Nos ayudaría a entender mejor este “quítate tú pa ponerme yo”, esta violencia que nos arropa. Nos daría mejores herramientas para combatir la enajenación, la exclusión, el desarraigo y el miedo. Nos permitiría ver más claramente cómo estamos en el mismo barco, en la misma tierra.
Hoy más que nunca su pensamiento representa una referencia fundamental y necesaria, si nos ubicamos en la necesidad de transformar y de cambiar este mundo globalizado, depredador, excluyente, burgués, neocolonalista, cietificista; por un mundo más humano, justo, diverso, descolonial y desccidentalizado como nos los exigen la mayoría de los pueblos y movimientos sociales en el planeta tierra.
1 Fanon, Frantz. Los condenados de la tierra Condenados. FCE. México. 1963. p. 39.

2 Ibídem. p. 40.

3 Publica una obra llamada Frantz Fanon: Colonialism And Alienation.

4 Fanon, Frantz. Piel negra, mascaras blancas. Editorial Nova Terra. España. 1970. p. 40.

5 Libro publicado en 1985.

6 David Diop 1927-1960, en su obra titulada: “Trois poèmes, Le temps du martyr”.

7 Fanon, Frantz. 1970. Ob. Cit. p.176.

8 Fanon, Frantz. Ob.cit.1963. p. 287.

9 Bulhan, H.A. Frantz Fanon and the psychology of oppression. Plenum Publishing Co. New York. 1985. p. 35.


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